Olvidada

Su infancia le había prometido un futuro lleno de abundancia y un corazón sin cicatrices. Su madre le había tejido un abrigo para cuando fuera adolescente y también le había jurado amor para toda su vida. Situaciones que se fueron disipando con el calor de veranos abrasadores o con locuras que parecían ser tiernas.

Magali había crecido en un pueblo muy lejano de la Argentina. De muy pequeña supo lo que era el hambre y ya de grande se encontró con la avaricia en su bolsillo. No creo que su situación vaya mejorando, por el contrario. En algún momento pude ver cómo observaba con amor la mirada de un señor comprometido. Eso, tarde o temprano, la hará caer en amoríos con fechas de vencimiento.

Aunque ella piense que el mundo sigue confabulando contra ella y que su supremacía añosa le permita desafiar a quien se interponga en su camino. Todos sabemos que los días cálidos duran solo un periodo; luego el frío del invierno convierte todo en un sentimiento totalmente infértil.

Por el momento, Magali se siente muy confundida. Ella quiere navegar en el mar de la felicidad, pero tiene miedo de invertir lo que le queda de amor en alguien que no le inspira confianza. Situación semejante es la que sienten los que un día la vieron desnuda. Ya que ella se acostumbró a simular sembrar pasión en noches eternas.  Nunca fue sincero su sentimiento, mucho menos sus deseos de gratitud con los que piensan distinto a ella.

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