Sociedad

He dejado de observarte por unos minutos…
Sé que a vos, poco te importa.
No es que me sienta un infeliz por todo eso; solo trato de descubrir por qué tus pupilas se inflaman… con las decisiones desacertadas.

En la plenitud de un día lleno de sol,
los dolores hacen fila en las vulnerabilidades de una flor…
que parecía tener las decisiones correctas…
si es que aún existe esa palabra en el diccionario de los seres pesantes.

Después de varias horas… nuevamente te he buscado.
Sé… lo que ha sucedido en tu mente.
No es que yo haya leído grandes libros de brujerías, o de videntes;
solamente pude volver a ver… cómo tus labios siguen presos de la melancolía.
Ni siquiera… con tu ímpetu glorioso de superación,
has podido sonreír de forma sincera.

No te has animado a decir… mi nombre.
Creo que eso… te haría sentirte más débil,
ante la religiosidad de una sociedad… debilitada por los ruidos frecuentes,
de los cuervos vestidos de polleras elegantes…
y de alhajas fabricadas en oriente.

Sé que te parecerá extraño… verme sonreír,
en esta época del año.
No es algo que pueda sorprender… a las mariposas;
ellas saben… que mi alegría la guardo,
para los días… en que llega la gente confundida.

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