El camino se va llenando de impedimentos. Imaginé que podía ser algo difícil de transitar. Nunca pensé que los dolores serían tan crueles. Ni siquiera con una alta dosis de calmantes puedo calmar la inestabilidad de este corazón maltratado.
Me arrodillo por las noches buscando clemencia para el tormento mental. Nadie ha podido complacer esta demencia envuelta en una caja de cartón de una pizza vieja. Es una situación tan decadente que ni aun los optimistas pueden brindarme un antídoto rejuvenecedor.
Una señora llena de alhajas costosas intenta darme la mano para que pueda seguir caminando. Ni su súplica mentirosa puede sacarme de esta oscuridad. He preferido quedarme acostado mirando cómo las estrellas se ríen de mi cara colmada de preocupación.
Por un momento la vida me indica señales a través de la luna, pero estoy tan enceguecido luchando contra la mentira que mis días se hacen cortos y ni siquiera puedo escuchar al sol. Sé que él ha intentado ayudarme, pero sería estúpido confiar en alguien que puede asfixiarte solo para obligarte a pedir perdón.
Bienvenido, camino intransitable. No creo poder llegar hasta el final de tu recorrido; solo los animales sumisos pueden lograrlo. Yo me he descalzado para sentir cuán cruel te pones. No es que te quiera desafiar. Me he quedado solo. Sin aire. Sin voz.