Los últimos sonidos de un fin de semana extraño se confunden con las plegarias de una mujer que intenta abrir la ventana de su dormitorio. Se nota que hace demasiados años que no lo hace. Las bisagras están llenas de óxido y, por más limpias que parezcan, el tiempo ha hecho bastante daño.
Esta noble señora no ha dejado de sentir nostalgias ni deseos. Tal vez por eso sus pensamientos se quedaron congelados. Aunque intenta dar el gran paso, siempre termina retirándose hacia su lecho, clamando un poco de cordura.
Desde la calle, una mujer con la cabeza atada con un pañuelo lleno de girasoles ofrece sus exquisiteces a muy buen precio. Pero aunque la señora de la cama sienta apetito, no tendrá la voluntad de abrir la ventana y decirle que quiere una rica pastafrola.
Por un momento, todo se estremece. Desde el cielo, una luz llena de misterios hace que la mujer se abalance sobre la ventana para saber qué ha sucedido. Es totalmente imposible que lo logre. No porque le falte fuerza, sino porque su alma deteriorada se ha quedado en la cama, llamándola para que no la deje sola.
Después de varios minutos, se escucha cómo alguien golpea fuertemente esa ventana desquiciada. Ella se asoma desde atrás de la cortina y, con mucha sensualidad, intenta abrirla nuevamente. Sabe que si la ayudan a empujar desde afuera, podrá hacerlo. No es tan difícil de entender desde la física. Solo que, cuando esa tarea se traslada a la mente de alguien que fue vapuleada por animales feroces, cuesta mucho lograrlo.
2 comentarios en “Ventanas”
Excelente
gracias Diego.