Dejé de buscarte por las noches y casi sin querer…Te encontré tirada sobre el cemento de una plaza. Parece que el tiempo fue muy cruel con vos, porque verte de esta forma le causaría tristeza hasta al más malvado.
Tal vez no fue el tiempo. Es probable que el engaño se haya enceguecido de tu belleza y no le haya quedado más remedio que causarte daño. No es justificar su accionar. Es que lo asocio con la envidia. Esos dos siempre terminan reaccionando de igual manera. Son unos tristes despechados.
Intente levantarte para que los rayos del sol no te hicieran más daño, pero me pediste que no lo haga. Ya que preferirás quedar en el olvido, a tener que ser conservada por un par de días; en un vaso de plástico arruinado.
Obviamente te hice caso, pero mientras me alejaba de vos, sentía que ya no volvería a verte. Quizás mis decepciones repetidas hayan influido en dejarte ahí tirada. De lo contrario hubiera tratado de salvarte para que le sigas sonriendo a los escarabajos.
Han pasado más de cinco días y aun te sigo pensando. Tal vez sean tus cabellos al viento los que me hayan cautivado, o quizás sean tus silencios en las noches de lluvia los que me dan impulso para buscarte nuevamente y decirte que eres una flor muy hermosa. Aunque vos hayas decidido morir en un lugar que le escapa a los malvados, yo pienso que estas gotas que caen sobre mi hombro son tus lágrimas que no han cesado.