Amistades imposibles

La noche sigue siendo mi fiel compañera. En ella encuentro la calma y, al mismo tiempo, la concreción de mis pensamientos más dispersos. En una sola noche puedo desafiar mis inoperancias y convertirlas en locuras hermosas.

He desandado muchos caminos buscando paz bajo la luz de la luna, pero también he inmolado mis ideas en el intento de conquistar a una mujer de cabello corto, siempre vestida con una remera de lunares de colores.

La noche también me permite observar cómo las cucarachas emergen, atraídas por las migajas que dejaron caer los fascinantes señores de traje y corbata. No me incomoda su vestimenta, pero su dieta de granos descompuestos perturba mi sueño y, a veces, mi estómago.

Ahora el viento se ha detenido. La calma nocturna y el silencio de los perros me arrastran hacia la profundidad de un mar lleno de dudas. Y en ese océano interior surge una pregunta que me persigue:
¿Qué sucede cuando las cucarachas se hacen amigas de las mujeres que se visten con lunares de colores?

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