Me he despertado entre los saludos de personas llenas de optimismo y, también, de aquellos que buscan saciar la sed bebiendo en una copa ajena, la cual está llena de incrustaciones brillantes.
Perfectamente hay un sincronismo entre esos saludos de deseos mutuos y los sueños contados de quien decía que nos regalaba su amor, pero al abrir su corazón solo era un recipiente vacío.
Esos sentimientos de algarabía se irán desapareciendo de a poco con el transcurso de los días. No es porque el tiempo sea tirano. Sería muy cruel de nuestra parte culparlo con las estupideces que hacemos. Es que por más que busquemos maquillar nuestras vidas con pinturas llenas de empatía. La hipocresía nos ha envuelto de forma desmesurada, casi sin darnos cuenta.
Hoy abrimos un nuevo capítulo. Muchos ya planificaron su futuro mientras degustaban una opulenta comida. Otros se quedaron en silencio viendo cómo sus deseos de cambios se escapaban por la ventana de una casa envuelta en llamas.
Lo que sí me ha sorprendido. Es que hay varias personas preparadas para una batalla. Ellos están en penumbras y sin omitir palabras. Se los ve limpiando un escudo de metal oxidado. Que a pesar de que parece que lleva mucho tiempo abandonado. Se alcanza a divisar que tiene grabada una palabra: SINCERIDAD.