Debería cambiar el mecanismo interno de mi máquina mental. Por momentos siento que debo estrellarme contra una pared llenas de púas y por momento siento que debo regalarle flores de colores a una hermosa española.
Llevo bastante tiempo recorriendo este camino lleno de malezas, el cual está cultivado con estiércol de una vaca sorda y regado con el agua de las cloacas de animales que hablan de un mundo mejor.
Después de una hora de hacer un nuevo recorrido, me he detenido para escuchar el canto de un pájaro tartamudo. Aunque mis gatos me digan que soy un estúpido por estar haciendo eso. Sé que ellos no dudarían ni un minuto en quitarle la vida a esa ave.
Se que estoy limitado por los maltratos que me he causado, lo mismo he decidido escalar este árbol frondoso. Necesito observar desde arriba si la muerte quiere llevarme esta noche o el lunes por la madrugada. No es que tenga miedo de morir. Es que últimamente me estoy preocupando demasiado por saber que sucederá mañana.
Desde abajo, mis gatos me dicen que me baje. Que ya estoy viejo para hacer el ridículo, que deje que mis amigos jueguen a ser felices con una paloma muerta en sus manos y que me ría de las señoras que le dicen te amo a la sombra.
Me he dado cuenta que ellos tienen razón. Voy a bajar, pero quiero que ellos sepan que si bajo, no es por sus sugerencias. Lo haré para ir a desafiarle una partida de naipes a la depresión. Una vez que eso suceda, no importará el resultado. Porque ya tengo decidido que ya no esperaré más a nadie. Hoy buscaré dejar un par de semillas sembradas en algún suelo fértil… Para que siempre hayan flores de colores en la mirada de alguien que este extraviado.