No he podido encontrarte entre las sombras de un rosal florecido. Por más que quiera, no te imagino tejiendo pulseras de colores para embellecer a los pájaros. Tu pasión desenfrenada no funciona los días nublados.
Aunque espere a la lluvia mirando por la ventana. Es casi imposible que eso me acerque hasta tu corazón, ya que los días húmedos de primavera sueles escabullirte entre las sonrisas prohibidas de los vagabundos y los perfumes con cítricos de los bares abandonados.
Muy pronto comenzaré a soñar nuevamente. Aunque parezca una tarea sencilla, en muchas ocasiones me desesperan los sueños repetidos y los anhelos inconclusos que suelo imaginar. Es probable que mi vejez haga que funcionen mal mis lóbulos occipitales. Desde hace un tiempo que no visualizo los colores del arco iris mientras descanso.
No te diré que me despiertes a la madrugada para contarme que dicen las estrellas solitarias. Con que me sonrías los días de sol, ya podré darme cuenta de que aún la muerte no me ha llevado. No es que le tema esa señora cruel. Solamente, que me gustaría percibir tu perfume en esas noches que la luna se va de paseo.