Disociación

Los sueños se van acumulando en un recipiente de color naranja. Tal vez sea para que nos demos cuenta de que ahí se quedarán para siempre. O quizás sea un color que nos ayude a concretarlos.

Nadie ha podido dilucidar qué puede pasar esta noche. Ni siquiera esa mujer hambrienta de placer ha podido ser presa del animal feroz. Ella aún espera el amor de su vida y los dulces que le prometieron en Navidad.

Mientras que la monotonía de una perra llena de parásitos se ve violentada por los ruidos extraños que está cometiendo un ser insensato. La mujer insaciable se ve despedida por los aires tras apretar un botón lleno de colores que decía: “alegría inmediata”.

Llevo observando más de una hora ese recipiente naranja que está a punto de explotar. El cual no condice con los deseos majestuosos de un animal que pretende avanzar entre las llamas. Aunque él lo logre, sabe que las posibilidades de morir incinerado son mucho más grandes que conquistar a la mujer famélica, la cual aún está por los aires.

En menos de un minuto el recipiente comienza a derretirse. No creo que pueda sostener ninguno de los sueños que van quedando esparcidos en la mesa. Solo me quedaré esperando ver qué puede suceder entre esa mujer y el león escuálido. No es un plan extraordinario, pero por ahora dejaré de pensar en esos labios provocativos que tiene la flor olvidadiza que me crucé esta semana.

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