El sentimiento de personas llenas de odio va contagiando a las ovejas sumisas y hace retroceder al pastor hacia un mundo poco feliz.
Sinceramente, intento ser un prolijo descendiente de estas bellas tierras, pero es imposible para esta cabeza llena de estupideces. Ya que de un momento a otro ya estoy pensando en nuevos destinos. No soporto ver tantas ovejas degolladas y tantos pastores acéfalos de creencias.
Sé que mis palabras han dejado de importarles. También he aprendido que lo que digo debo guardarlo para decirlo en Navidad, ya que ese día dejan de ser insensibles. Aprovechan que están embriagados para sonreírles al sol y seducir con lágrimas a los hipopótamos.
La sabiduría de aquellos que nos han enseñado a separar las letras de los números parece que se ha esfumado por el surtidor de un baño colapsado. Sí, hasta el caniche de mi barrio le han enseñado a guardar el residuo en la heladera y a decir palabras bonitas cuando necesitan que alguien les diga que son buenas personas.
Mientras la metafísica me indica que debo seguir aprendiendo de por qué estoy viviendo en este paraíso cósmico. Un señor de lentes se llena las manos de palmares. El está hablando de los beneficios de la madre tierra, cuando jamás caminó descalzo por este suelo caliente y tampoco se agachó a tomar agua de cualquier vertiente.