Nadie se imagina lo que puede estar sucediendo en la cabeza de una águila asesina. Tampoco pueden adivinar qué planes tiene la pelirroja que está sentada en lo oculto de un balcón vanguardista.
Hoy he podido convertirme en malo para los adoradores de la mentira. Tal vez sea necesario que eso suceda; a veces me canso de tener tantas marcas en mi cuerpo por causa de la bondad.
Por un momento he sentido que lo he perdido todo, pero con el transcurso de las horas pude darme cuenta de que he liberado más espacio en mi cerebro oxidado. Esa situación me ha permitido disfrutar de una señorita que ha bailado y sonreído al levantarse. Lo debe hacer de forma constante, solamente que hoy la pude observar más allá de la protección virtual.
Aunque lleve muchas horas sin dormir, he podido desafiar a mis dolores ocultos para sentirme un poco más feliz. No es que haya perdido mi intuición de pez sensible para disfrutar los buenos momentos; son los vientos revoltosos de los tiranos los que me hacen trastabillar.
No sé cuánto tiempo más seguiré sentado en este lugar. No es que me molesten la luna y las estrellas; quizás sea el sol el que se enoje cuando me vea pidiendo clemencia a los años bondadosos. No es que me sienta estúpido por imaginar tanto, es que tal vez me ha traído suerte pensar en esa mujer que desea jubilarse de hermosa, para poder caminar junto a su hija en alguna calle llena de amor.