Miradas

En búsqueda de silencios que me den paz. Encuentro dos pupilas envueltas en llamas. No me observan, pero por un instante me he sentido muy feliz al poder mirarlas. No es que me conforme con las miradas que son efímeras. Solamente me he sentido cautivado por el fuego que ellas emanan.

Es casi el fin de un día lleno de incertidumbre. No sé qué sucederá cuando tenga que cerrar los ojos, tampoco supe qué hacer cuando los silencios que buscaba fueron armas letales contra mi estabilidad. Es por eso que prefiero sentarme bajo las estrellas sin importarme si hace frío. Solamente necesito volver a sentir que estoy vivo.

Como no puedo ponerle pausa al tiempo, he decidido que mis palabras no se las lleve el viento, tampoco la ingratitud. Porque tarde o temprano mis venas dejarán de sentir que algo transita por dentro de ellas. Se convertirán en ríos secos que ni siquiera le llamarán la atención a la desdicha.

En un pestañeo, me doy cuenta de que la soledad me acaba de clavar un puñal en mi brazo izquierdo. Eso me ha causado risa. Ella no sabe que yo tengo unos ojos en llamas que me incitan a seguir vivo. Tal vez esas pupilas puedan escaparse sin siquiera decir una palabra, pero lo que ellas no saben es que tienen un lugar especial en el medio de mi pecho.

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