Sombra

Una muchacha vestida de fucsia se ha detenido sobre unos murales llenos de flores pintadas. Desde ahí quiere conquistar el mundo. Sabe que lo puede lograr, pero tiene miedo de que el destino le dispare municiones pesadas.

Quiere que su nombre esté escrito en esa pared. Precisamente sobre la flor que tiene los colores más llamativos. No quiere pasar desapercibida, ni siquiera en ese mundo lleno de oscuridad en el que se encuentra.

Por momentos camina, en otras ocasiones; también se arrodilla. Necesita cumplir con las promesas que le hizo a su propia sombra el día que se quedaron solas. No fue una fecha cualquiera, fue ese maldito momento que aún no puede sacar todavía de su mente y que le propina puñaladas en sus noches inestables.

Intempestivamente van llegando ángeles de colores para tomarla de la mano, o tal vez de su cuello. Ella duda de todos, especialmente de aquellos que tienen trajes bonitos y se maquillan con pinturas tornasoladas.

De pronto un silencio abrumador se apodera del lugar. Los ángeles han quedado cabizbajos; mediante señas intentan comunicarse para poder escapar. La pintura del colorido mural ha comenzado a evaporarse. Una palangana con agua turbia indica que ya no quedaron flores para observar. Tampoco hay una muchacha que intente luchar, solo hay una sombra que intenta decir… Hasta acá pude llegar.

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