La morfología descolorida de muchos de nosotros nos deja pedaleando en el aire por bastante tiempo. Nos creemos seres superiores y, de un momento a otro, le pedimos limosnas al aprendiz de brujo.
Mientras que la señora vestida de mariposa sigue barriendo el patio lleno de hojas para quedar bien con su amo. Una señorita voluptuosa le saca el poco dinero que tiene un ciego. Decisiones que pueden tener finales felices o desasosiegos que pueden llevarlas directamente a acariciarle la barriga a la parca.
No creo que pueda lograr ser la mejor persona; tal cual lo soñaron las marionetas que acompañaron a mi madre el día que nací. Con suerte podría seguir siendo sincero en las noches de primavera. No es porque sea la estación más hermosa, es que, en esos meses, puedo sacarme las espinas de los cactus que abrace en otoño.
En una charla que tuve con la mujer, esa que le gusta que le acaricien el abdomen. Le he pedido que si puede darme un poco más de tiempo para encontrar gente que tenga los cabellos blancos. Necesito que ellos me ayuden a disfrutar un poco la vida. Ya que ahora solo veo roedores que se alimentan de los sueños ajenos y eso me produce malestares de forma permanente.
Transitaré el último día del año pensando en esas mujeres hispanas y latinas que me abrieron las puertas. Son tan hermosas, que hasta algunas ya tienen maridos. Ellas leen hasta los renglones ocultos que tiene el arco iris y se ríen a escondidas para que no las vean sonrojadas.
Agradezco a todos los caniches que siguen ladrando cuando paso. Eso significa que aún estoy vivo. También les doy las gracias a esos negros que se visten de guerreros cuando todo colapsa y a ese par de mujeres que me contienen cuando dejo de perder la cordura. ¡Pobres, tremenda tarea que tienen!
Lo que viene es incierto; lo que pasó ya es pasado. Hoy puedo decir lo que siento cuando todos se abrazan gritando un gol o cuando pasa un auto muy rápido. No quiero ser un distinto…Solo quiero seguir siendo el tiburón lleno de cicatrices que le sonríe a los estúpidos.