Deudas

Sus sonrisas y sus alegrías ahora son parte de un decorado lleno de polvo. De eso podía darse cuenta cualquiera. Hasta el más estúpido del condado. 

En esa vieja mesa de luz todavía había recuerdos de noches de pasión, y también de maltrato. Porque aunque nadie lo crea, ella sabía hacerse amiga de los placeres prohibidos de las personas con falta de estímulos.

Un zapato con el taco roto y un vestido azul lleno de agujeros también acompañaban esa escena. Por momentos me sentía atrapado por la curiosidad, pero también estaba la posibilidad de cerrar la puerta y salir despavorido.

Me acerqué hasta la hendija de una pared mal construida. Por ahí, podía observar el daño que había en la habitación continúa. Parecía un lugar detonado por un grupo de artillería descontrolado.

De a poco me fui retirando. No quería ser más parte de ese lugar lleno de negatividad. Cuando llegue a la puerta de salida, alguien con una voz muy suave me dijo al oído: «Por hoy… Te dejo ir, no olvides que tienes una deuda conmigo».

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6 comentarios en “Deudas”

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