Desafiante

Los sonidos de una tarde calurosa se camuflan con las caricias de unas manos llenas de fuego. No creo que puedan llegar hasta Navidad con esa locura que están intercambiando; deberían ser condenados al silencio todos aquellos que interrumpan a esa pareja vestida de rojo.

El reloj ha marcado las siete de la tarde de un febrero que parecía ser cómplice de aciertos, pero solo ha sido un mes lleno de personas que discuten con su sombra, solo por decidir cuál de los dos es libre.

En el asiento de una plaza que está adornada con signos de interrogación. Luciana, la más grande de cinco hermanas solteras, ha decidido que el día de San Valentín debe tener un acercamiento con el sexo opuesto. No importa el precio que tenga que pagar, mucho menos la edad que tiene Sebastián, él es un pibe de 19 años que está cursando el ingreso a la universidad y juega a ser un romántico en las páginas de citas.

Para la señora Paula, esa situación que le ha tocado observar no es digna de su pueblo. Sí, hasta le ha tapado los ojitos a su caniche con un pañuelo. Eso, al único mecánico que tiene el lugar, le ha llamado la atención. No quiere perderse la oportunidad de retratar con su teléfono chino a esos dos pájaros enamorados y también al caniche llorón.

Después de media hora de comentarios en voz baja y de risas irónicas. Luciana ha tomado de la mano al jovencito; poco le importa si su vestido va cruzado o si el mecánico la sigue fotografíando. Ella quiere ser feliz con su sombra y también con haber roto los prejuicios de un caniche que se viste con smoking.

 

 

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