La señora que tiene la cabeza llena de girasoles no ha podido con su genio y le está poniendo las quejas a la lluvia sobre su situación sentimental. Eso, a la lluvia le ha causado risa. Ya que ella desde hace mucho tiempo le viene advirtiendo sobre el peligro de las relaciones extramatrimoniales.
La mujer ha seguido totalmente desquiciada por un largo rato. Muy poco le ha importado que la suave garúa se haya transformado en un terrible aguacero. Sí o sí, necesita encontrar un culpable ante esa falta de amor que viene sintiendo su corazón. No le importa si su marido se entera de que ella haya hecho trampas en esa relación veinteañera. Ella solamente quiere sentirse feliz.
La lluvia ha intentado explicarle de mil formas que no se sienta culpable. Que solo son decisiones apresuradas. Ella siente que sería un acto innecesario que todos se enteren. Eso podría dejarla totalmente fuera del juego sentimental y de los preceptos religiosos que dominan su territorio.
- La mujer, ya con lágrimas en los ojos. Le confiesa a la lluvia que no ha sido solo una persona con la que se ha visitado en estos últimos días. ¡Fueron diez! Grita exclamativa. Fue en ese momento que todo se detuvo y un rayo de sol apareció. Entre los sollozos de la mujer con la cabeza llena de girasoles se escuchó una voz: «La lluvia ha dejado de existir».