Las luces han comenzado a apagarse. En el fondo de la ruta solo han quedado una serpiente y un sapo. Ellos saben que van a morir, pero también tienen en claro que los dos pueden ser alimentos de cualquier cuervo hambriento en cualquier momento.
Intento creer que la luna no tiene la culpa de todos nuestros malestares. Es por eso que he vertido un poco de agua hirviendo en una taza; necesito que un poco de tilo me haga entender el porqué de todos esos fantasmas que intentan conquistar el mundo.
Salgo a caminar bajo la oscuridad. Intento creer que las nubes han decidido taparle la cara a la luna para que no vea mi rostro lleno de preocupación. Por momentos el silencio me atrapa y me sumerge en las profundidades. Ya no busco calamidades. Solo quisiera despertar sintiendo una mirada sincera y un buen gesto de agradecimiento.
Nuevamente siento que los días han transcurrido velozmente. Las locuras ya no son cómplices de mis alegrías y tampoco los logros pueden alimentar al ego. Hoy únicamente me considero un estúpido que persiste en sostener la creencia de que el cielo nos agradece por observarlo y que las estrellas solo resplandecen cuando les proporcionamos afecto.Sin embargo, existe un detalle. Desde hace varios minutos veo cómo te sigues mintiendo frente al espejo.