Vestido de blanco y con una rama de canela en la mano izquierda, va caminando un señor misterioso. Nadie sabe de él, como tampoco de un perro sin cola que lo acompaña.
El reloj marca las tres de la tarde en el distrito llamado “amor melancólico”. Aunque la gran mayoría duerme la siesta. Hay una señora llena de rulos buscando una explicación de lo que le acaba de suceder.
El perro del hombre de blanco le ha orinado la pierna derecha. Enmudecida por la actitud del can, no sabe si llamar a la policía o tirarle con el celular que tiene guardado en su pecho.
Después de unos minutos de incertidumbre, la mujer ha logrado controlar su furia. No ha sido nada fácil, todo se debe a la intervención del dueño del perro. Este hombre le ha pedido disculpas y se ha ofrecido a limpiar su pierna con un pañuelo de seda que lleva guardado en su bolsillo derecho.
La charla entre esos dos desconocidos parece interminable. De pronto…Hay una calma. Ahora se los ve tomado de las manos. Ella, con un tono sensual lo está invitando a cenar una comida exótica y a disfrutar de una película llena de sorpresas.
El perro no puede entender lo que está sucediendo. Hace unos minutos parecía que iba a ser maltratado y, de un momento a otro, sabe que estará durmiendo en una cama junto a la señora de rulos, el hombre de blanco y una rama de canela que recién acaba de orinar.