Rengo

Quien será alma llena de prejuicios que está arrancando las últimas hojas de un libro de hechicería, el cual está lleno de polvo y misterio. Su única idea es tapar el hueco de un baño abandonado con un pedazo de papel. Trato de imaginar que ella puede estar confundida por las voces de dos personas totalmente egoístas, pero en el fondo también puedo reconocer que esa mujer de nariz puntiaguda carga una mochila llena de vanidades.

Es por eso que he preferido sonreírle a un perro rengo y hacerle caso omiso a mis sentimientos condenatorios. De igual manera, ya me había quedado sin sentimientos el día que le tuve que creer a la muerte. Es por eso que ahora estoy lleno de incertidumbres, pero puedo sonreírles sin miedo a los canes que les falta una pata. 

La mujer que me había intrigado con su actuar ya ha finalizado su tarea. Por ahora no deberá depender de los sonidos provenientes de su sanitario, pero definitivamente se ha quedado sin lectura para las noches de luna llena y para desearles palabras malignas a su vecina. 

El perro ya se cansó de mirarme y ha decidido hablarme. No me sorprende la actitud del can. Ya escuché a demasiados animales que intentan hablarles a las bailarinas, pero este rengo corajudo me ha dicho que vaya a comprarle un whisky y un paquete de cigarros. Aduce que se cansó de ver a la mujer desdichada rompiendo libros para tapar agujeros que nunca tendrán solución.

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