No quiero olvidarme de quién soy, tampoco quiero repetir estupideces cuando todo está en silencio. Ya que los días se han convertido en engranajes que se mueven de una forma vertiginosa. Por lo tanto, desconozco dónde iré a llenar mi rostro con barro una vez que se nos agote el agua.
El calendario se mofa de mi semblante; las agujas del reloj se ríen de la manera en que me he maquillado. Yo ni siquiera tengo las fuerzas para decirles que no deben actuar así. Con suerte me sigo arrastrando hasta el baño para observar por qué pierde agua el inodoro.
Por un momento, observo a una mujer que se ha vestido de negro. Es probable que ella busque enamorarse esta noche. Se nota en su rostro que sonríe con mucha complicidad a las palabras de alguien que le ha dicho que la quiere. Lo que esa mujer no sabe es que mañana ya será lunes y el amor se esfuma durante los primeros días de la semana.
Hace quince minutos que estoy parado mirando el inodoro. La pérdida se ha ido acrecentando. El recipiente donde está cayendo el agua está colapsado. No solo necesito un plomero, también necesito entender por qué los envidiosos se escapan cuando prendo las luces.
La mujer se ha marchado. No me ha dirigido palabra. Es posible que ella haya notado mi observación o, en última instancia, haya comprendido que deseo bajarle la luna antes de que llegue el invierno.
1 comentario en “Meses”
Siempre me han gustado tus metáforas, creo que esa forma de dibujar lo cotidiano y transformarlo en una frase viceral es lo que te caracteriza. Abrazo fuerte Genio.