Poco tiempo.

No creas que te he olvidado, porque aún recuerdo tus abrazos, y tu contención. No miento si te digo que desearía volverte a encontrar junto al río, y que la luna llena nos alumbre de pasión. Parece algo cándido para una mujer que tiene el rompecabezas armado, pero siento que en el fondo, algo de mí, se debe haber cruzado en tus pensamientos.

Durante estos años, el tiempo me ha enseñado que no debo recordarte. Parece algo simple para las personas incrédulas, pero tu mirada sigue intacta en mi imaginación. No soy para nada perfecto, o tal vez sea un mal aprendiz, ya que sigo pensando en lo mágico que fueron esos pocos días con vos.

Por momentos siento que estás muy lejos luchando contra tu propia locura. A eso lo pude entender después de muchos meses, ya que un día que me dijiste que preferirías seducir a los atardeceres, y no a un payaso vestido de tristezas.

Sé que no puedo pedirte que me escuches, porque ya lo hiciste en demasiadas oportunidades. Creo que el necio fui yo, cuando me dijiste que no debía tomar caminos complicados, pero aun así, tuviste la templanza para levantarme de donde estaba tirado.

No sé si te debo poco, demasiado, o muchísimo; por todos esos hermosos momentos que compartimos. Porque por más que hayan sido minutos, yo siempre los recuerdo con el mismo cariño.

Tal vez mañana ninguno de los dos estemos para escucharnos. Seguramente será triste que nos que quedemos en el olvido, pero yo me tome una atribución. Con ese par de besos que me diste, lo guarde en lo más profundo de mi corazón… Por si acaso un día necesitas que te los devuelva.